En otro universo.

Tomas mi rostro en tus manos mientras sostienes mi mirada con los ojos cargados de dulzura y de repente no eres tú, ni soy yo, somos un nosotros casi quimérico que debería ser imposible y aún así… Existe. Existes, tan cerquita de mí que puedo escucharte respirar, con el roce de tus manos que es incuestionablemente intencional, con la sonrisa que alcanza tus ojos y toca mi corazón mientras compartimos el silencio más cargado de emociones que jamás he experimentado.

Nos encontramos robándole momentos a un universo que no es nuestro y no sé cuánto tiempo más podamos hacerlo. Es decir, si en este universo estamos retando el espacio-tiempo al tomarnos de las manos, ¿qué estará pasando en el universo en el que estamos juntos? ¿Estaremos teniendo una excepcional etapa de cercanía? ¿Estaremos, quizá, celebrando algún aniversario? ¿Seremos tan felices que los remanentes de esas vidas nos han encontrado en esta? ¿Será que esto es sólo el eco de los días paralelos que no podemos tocar?

Decido dejar de pensar en la decena de maneras en que esto puede colapsar y en su lugar, pienso en que cada vez que te miro a los ojos, puedo ver desenvolverse las constelaciones que no existen en este mundo, así como la vida que pudo haber sido. De cualquier manera, decido quedarme en esta. Porque por imposible que parezca estamos sucediendo. Y esa es una apuesta que en este universo, no estábamos destinados a ganar y aún así, en estos días tan llenos de ti, el solo verte a los ojos se siente como la más heroica de las victorias.